Los 7 hábitos de abogados altamente efectivos
La abogacía es una profesión exigente y requiere enfrentarse a largas jornadas de trabajo, elevado nivel de estrés por los plazos y urgencias y, en consecuencia, pérdida de equilibrio entre la vida personal y la profesional.
Todo ello me lleva a la reflexión de si en esas condiciones los abogados podemos ser realmente efectivos o no. Hace algunos años leí el libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva» de Stephen R. Covey, uno de los libros más influyentes en temas de management.
Para el autor los 7 hábitos que hacen a las personas efectivas son los siguientes:
- Ser proactivo
Reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan y nuestro lenguaje es un indicador muy fiel del grado en que nos vemos como personas proactivas.
Buscar el cambio de adentro hacia afuera, para poder ser distintos y de esta manera provocar un cambio positivo en las personas que nos rodean y así poder ser más ingeniosos, más diligentes, más creativos y más cooperativos.
- Empezar con un fin en mente
Todo aquello que queramos crear se crea primero en la mente, por lo que hemos de saber lo que cada uno somos, lo que perseguimos y lo que valoramos, para poder crearlo.
- Establecer primero lo primero
Lo que importa más nunca debe estar a merced de lo que importa menos. Es el ejercicio de la voluntad, hacer posible la autoadministración efectiva y la puesta en marcha incesante, momento a momento. La capacidad para tomar decisiones y elegir y después actuar en consecuencia.
- Pensar en ganar/ ganar
Buscar acuerdos o las soluciones mutuamente beneficiosos y satisfactorios. De esta forma las partes se sientes satisfechas por la decisión que se tome, y se comprometen con el plan de acción.
- Procurar comprender y después ser comprendido
Este hábito es primordial en el campo de las relaciones interpersonales. Para ello es necesario desarrollar la capacidad de escucha empática, basada en el carácter, que suscita apertura y confianza.
- La sinergia
Entendida como la suma de sus partes, buscar la interacción, la colaboración y la cooperación para lograr resultados más amplios y duraderos.
- Tomarse el tiempo para reflexionar y poner en orden las ideas
Buscar tiempo para ocuparnos de nuestro físico con el ejercicio, una buena alimentación y el control del estrés, además dedicar tiempo la dimensión mental con la lectura y la escritura, además de la dimensión emocional y social, y por último la espiritual, para lograr una clarificación de valores, de saber por qué estamos haciendo lo que hacemos, y permanecer motivados y comprometidos con nuestra vida.
Extrapolando estos hábitos al ejercicio de la abogacía vemos que las propias urgencias de la profesión impiden que podamos tomarnos tiempo a la reflexión y al cuidado de nuestra vida personal. Por tanto, esto puede producir que en ocasiones podamos sentirnos cansados, desmotivados y con la sensación de no disfrutar de nuestra vida.
Está en nuestras manos ser responsables de buscar el equilibrio y quizás sea posible un ejercicio de la profesión más adaptado a los nuevos tiempos, en los que la cooperación y la comunicación con el cliente es determinante para lograr unos buenos resultados.
El abogado actual no sólo debe ser un buen técnico sino también un buen líder y un buen gestor y, para ello, ha de dedicarse también a su desarrollo personal y a la reflexión, para desde ahí poder influir en sus colaboradores y en sus clientes.