Las competencias del abogado del siglo XXI
Desde hace algunos meses estoy impartiendo en el Colegio de Abogados de Barcelona un ciclo de conferencias, en el que abordamos la importancia del manejo de las emociones en el ejercicio de nuestra profesión.
En el Congreso Nacional de la Abogacía celebrado en Vitoria se habló de la adaptación de los abogados a los nuevos tiempos, teniendo presente la dimensión humana de la profesión. Y es ésa dimensión humana la que requiere el aprendizaje de manejar nuestras emociones, en las relaciones con compañeros, colaboradores, clientes y otros profesionales.
En una profesión tan exigente como la nuestra, el desarrollo de la inteligencia emocional, concepto que introdujo Daniel Golemann, es cada vez más necesario, para tener recursos suficientes y aprender a:
a) Entender las emociones
Aprender a comprender nuestras propias emociones, cuál es el mensaje de cada emoción, y cómo las emociones entran en juego, cuando nos relacionamos con los demás.
b) Percibir las emociones
Darme cuenta de qué emociones surgen en cada unos de nosotros en determinadas situaciones, como al ir al juzgado o asistir a una reunión, para poder manejarlas.
c) Usar las emociones
Aprender que cada emoción tiene una función, y que no hay emociones buenas o malas, sino que cada una de las emociones nos impulsan al movimiento, a la acción, y, por tanto, podemos aprender a utilizarlas.
d) Manejar las emociones
Gestionar nuestras propias emociones, por ejemplo el miedo a hablar en público, miedo a llevar una negociación con un abogado agresivo, la gestión de la rabia, etc., nos ayuda disminuir la presión, y ejercer nuestra profesión
Es muy importante que seamos conscientes de cuáles son las emociones que nos generan las personas con las que nos cruzamos diariamente, y sería deseable poder reflexionar y darnos cuenta de por qué determinadas situaciaciones o personas generan en cada uno de nosotros, reacciones, emociones y comportamientos diferentes.
El mundo de las emociones es complejo y en profesiones como las del sector legal, en el que las personas acuden a nosotros por un conflicto, es clave aprendar a manejar nuestras propias emociones, para poder diferenciar y evitar nuestras propias proyecciones sobre las emociones de los demás.
El manejo de las emociones supone aprender a conocernos para generar confianza, empatía y cercanía con nuestros clientes. Con una adecuada autogestión, podremos equilibrar nuestra vida profesional y personal, sin necesidad de «quemarnos» o «llevarnos los problemas a casa» sin poder desconectar. Nada de lo que ocurre con nuestros clientes, colaboradores o compañeros es una cuestión personal. Una buena gestión emocional es responsabilidad de cada uno de nosotros como parte de nuestro desarrollo y nuestro autoconocimiento, para prestar nuestros servicios de una forma más humana, con serenidad y con mayor satisfacción para nosotros.