El abogado ante los nuevos retos
Este mes de enero impartí junto a Mónica Rodríguez y Sebastiá Barrionuevo un curso sobre liderazgo en el Colegio de Abogados de Barcelona, en el marco de un Proyecto de formación al que hemos llamado Proyecto Ágora, que pretender ser un espacio de formación de líderes abogados.
De cada formación impartida, no solamente los participantes se llevan aprendizajes, sino también los ponentes. En mi caso, he podido ser testigo de que el cambio y las nuevas formas de hacer en la abogacía están cada vez más presentes.
Hablamos de visión, de estilos relacionales, de liderazgo, de inteligencia emocional y cada uno de los abogados contribuyó con su pasión y entusiasmo a apostar por una abogacía más abierta, dinámica y con muchas ganas de buscar alternativas para ofrecer el mejor servicio a sus clientes.
Mis conclusiones, tras haber finalizado estas jornadas, podrían resumirse en las siguientes:
a) El abogado quiere ser líder. El liderazgo es una habilidad esencial en el ejercicio de la abogacía, para los abogados saber dirigir un equipo es fundamental para conseguir resultados más rentables para el despacho.
b) El abogado puede ser dinámico y flexible. El abogado con traje gris, de rostro serio y tradicional, se va dejando atrás. Actualmente, para los clientes es fundamental encontrarse con un abogado cercano, flexible y adaptado a la nueva realidad de mercado. Al abandonar los corsés, los abogados pueden descubrir sus nuevas facetas y nuevas formas de actuar.
c) El abogado quiere contribuir en su profesión. La abogacía es una gran comunidad, compartir experiencias con clientes, inquietudes y dudas, puede ayudar mucho a la profesión. Para ello, participar activamente como colectivo, ayudará a encontrar una solución común de los grandes temas que preocupan a la profesión.
d) El abogado desea manejar sus emociones. El trato con los clientes y con los colaboradores requiere la gestión de las emociones. Un buen abogado no puede serlo si no es capaz de entender su carácter y su forma de relacionarse con los demás.
e) Las nuevas generaciones contribuyen al cambio y la modernización de la profesión. Los abogados jóvenes aportan una nueva visión y habilidades, que sin duda, pueden ayudar a los abogados más veteranos a dar una nueva perspectiva al ejercicio de la profesión. El talento joven es muy importante para el despacho.
Sin duda, todas estas conclusiones muestran que la abogacía es muy consciente de sus necesidades y está dispuesta no sólo a preocuparse por formar su mente, sino también su corazón, para poder hacer de esta profesión, una profesión más humana.